Sociedades saludables: Uniendo nutrición, bienestar y sostenibilidad para un futuro más sano

Con el vibrante telón de fondo de Guadalajara —donde las tradiciones milenarias del maíz, el frijol y la calabaza conviven con una vida urbana en rápida transformación—, el XVI Congreso Internacional de Salud, Bienestar y Sociedad se propone explorar cómo convergen las prácticas alimentarias culturales, las iniciativas de salud pública y los sistemas alimentarios sostenibles para promover una vitalidad duradera a lo largo de toda la vida.

El tema destacado, Sociedades saludables: Uniendo nutrición, bienestar y sostenibilidad para un futuro más sano, analiza las profundas y sistémicas conexiones entre lo que comemos, nuestro estilo de vida y el planeta que nos sostiene. En el núcleo de esta propuesta se halla la comprensión de que la nutrición va mucho más allá del mero conjunto de nutrientes en un plato: constituye una práctica cultural profundamente imbricada en la identidad comunitaria, las estructuras económicas y los ciclos ecológicos. Al poner en diálogo los sistemas alimentarios tradicionales con los avances más recientes de la ciencia nutricional, es posible trazar rutas hacia dietas que no solo optimicen la salud individual, sino que también refuercen la cohesión social y el equilibrio medioambiental.

Asimismo, es necesario replantear el concepto de bienestar, no como la simple ausencia de enfermedad, sino como la plenitud del bienestar mental, emocional y social. Cuando las comunidades tienen acceso fiable a alimentos ricos en nutrientes, espacios verdes y redes de apoyo, disminuyen las tasas de estrés crónico, depresión y enfermedades asociadas al estilo de vida. Investigar cómo los saberes locales —como las prácticas agroecológicas indígenas— se entrelazan con las innovaciones en políticas de salud pública ofrece un modelo de intervención que respeta el patrimonio cultural a la vez que responde a los desafíos del siglo XXI.

La sostenibilidad actúa como hilo conductor de estas dimensiones: los sistemas alimentarios que degradan el suelo, agotan el agua y emiten gases de efecto invernadero socavan inevitablemente el bienestar a largo plazo. La adopción de prácticas agrícolas regenerativas, modelos de producción circular y mecanismos de distribución equitativos puede transformar la economía alimentaria global en una que restaure los ecosistemas y refuerce la resiliencia frente a los impactos del cambio climático.